Carta mensual para
los Estudiantes
Febrero 1 de 1936
Querido amigo:
Entre el número de nuestros estudiantes hay una mujer quien ha sido
miembro por largo tiempo; es ella una de las hijas amadas de Dios, una de las
favorecidas que ha sido castigada con severidad
(“Porque el Señor al que ama castiga”.
Hebreos 12,6). Ella nos escribe
lo siguiente: “Todavía no tengo dinero, pero puedo dar una sonrisa a todos, y
hablar a favor de la GRAN OBRA nuestra.
Las personas que encuentro demuestran interés al hablarnos de nuestra
Filosofía Rosacruz, aunque, como yo carecen de bienes terrestres. Yo conduzco una clase y leo mis lecciones a
los visitantes y discuto con ellos sobre el contenido, por esto, y si lo pueden
hacer ustedes, les ruego que sigan enviándomelas. Creo que todos me encuentran bien, y yo amo
a ellos, y por esto puede ser que los estoy ayudando, aunque no puedo
contribuir a la obra. Cumplo setenta y
nueve años en setiembre, y no puedo salir mucho, pero mis vecinos notan que son
muchos mis visitantes. La vista me está
muy debilitada y puedo leer solo por ratos; desearía que ayudaran ustedes a mis
ojos, por favor”.
La
carta de esta mujer es una inspiración a otras personas que pueden sentirse
desalentadas, pero cuyas cargas son verdaderamente ligeras comparadas con las
de ella. Sola, anciana, con la vista
debilitada y pobre, aun ella puede sonreírse y enseñar a sonreírse a
otros. Ella hace los que muchas personas
quienes con todo deseo del corazón gratificado – salud, riquezas, todo – no
hacen. Olvidan ellos a decir la palabra alentadora que ayudaría a otras pobres
almas tropezadoras, que salvare a muchos del suicidio y la desesperación. Despierta, o Dios, a estos ciegos, tan
ocupados en el placer y los intereses de la vida que corren de sus puertas al
mendigo, que pueden encerrar en el corazón la misericordia y dejar a sus hermanos caer bajo la carga de
miseria y abandono. Es tan lleno el
mundo de almas anhelantes y solitarias que solo un corazón duro puede dejar de
ofrecerles la mano y darles la palabra alentadora.
Nos
da una lección importante esta carta, escrita por una mujer muy oprimida,
quien, a pesar de contratiempos emplea sus talentos completamente, y disemina
la Filosofía Rosacruz y da consuelo a sus amigos y vecinos. En torno esto la anima a llevar sus cargas;
por alzar a otros se alza a sí misma. A
pesar de sus restricciones puede sonreírse, sí, aún nos ha enviado un hermoso poema
corto que añadimos a esta carta. Qué
luminoso cuerpo-alma debe tener esta noble mujer; que maravillosas
oportunidades esperan a persona semejante en la vida futura, porque el mundo de
deseos podrá retener semejante alma sólo por un corto periodo.
O
qué pudiéramos nosotros todos aprender la lección que nos da esta amada
anciana; que nosotros gozando de tantas gracias del cielo, utilizaríamos todos
los talentos nuestros; qué tomáramos a pecho lo que dijo el Cristo en su
parábola del siervo fiel que había hecho buen uso de sus talentos, “Bien, buen
siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré”.
Serán limitadas nuestras vidas futuras, según el uso que hagamos de las
oportunidades durante esta vida. Si
deseamos la libertad y felicidad en las vidas venideras, debemos ganar estos
privilegios durante la vida presente.
Las oportunidades perdidas traen restricciones y miseria en la vida
futura. ¿Por qué continuar a desvelarse? ¿Por qué cerrar los ojos a nuestras ventajas?
¿Por qué preparar el camino para el futuro sufrimiento?
Dios, me has sido misericordioso,
Por años – por la vida.
Deseara cantarte un himno de gratitud.
Te doy mis gracias por amigos y enemigos
Me enseñan la bendición de la dulce humildad.
Te doy gracias por mi felicidad y mis
pesares,
Que me trae más cerca Dios de ti
Más cerca de ti, el Amor Divino
Que disipa mis tesoros,
Y me hago sonreír, aún cuando
Esté anegado en lágrimas el corazón.
En el Servicio de la Humanidad
THE ROSICRUCIAN FELLOWSHIP
Augusta Foss de Heindel
*
The
Rosicrucian Fellowship
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Extraído de:
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